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Archive for December, 2023

Con frecuencia la imagen que tenemos de Dios es la de un ser severo y justiciero que establece leyes absolutamente inquebrantables y castiga dura e inexorablemente a cualquiera que las quebrante. Por eso es que generalmente definimos nuestra relación con Dios a partir de figuras jurídicas. Los siguientes son algunos ejemplos: Dios es juez y legislador por excelencia. Su relación con nosotros se basa en pactos o convenios legales. Somos culpables y nuestras faltas merecen castigo. La salvación solo es posible si alguien paga por nuestras transgresiones. El desenlace de la historia es un gran juicio final. Aunque, como era de esperarse, estas imágenes adquirieron su mayor relieve una vez que los estratos poderosos de la sociedad asumieron la interpretación del cristianismo, ya las encontramos en los escritos primitivos de la Biblia. Sin embargo, si las consideramos en el marco de la narrativa bíblica, adquieren un matiz muy distinto al rígido y frío conjunto de leyes, preceptos y suposiciones que componen el sistema legal que para muchos representa la fe cristiana.

La Biblia empieza llamándonos la atención sobre un acontecimiento único e inesperado que ocurrió en los orígenes de la tierra y de la humanidad. Dios hizo a los seres humanos e inmediatamente entabló con ellos una relación. No simplemente ordenó que existieran o que brotaran de la tierra, sino que habló con ellos y ellos le entendieron, porque fueron creados a su imagen. Les encargó una misión que solo ellos podían cumplir. Debían colaborar con Él para mantener el orden, potenciar la vida y llenar la tierra de la presencia de Dios, puesto que eran imagen suya. Este no era un código ni un contrato legal de trabajo. Otros escritores bíblicos lo imaginaron como una alianza matrimonial. De modo, pues, que la relación entre Dios y humanidad está fundada en el amor. La alianza de Dios con los primeros seres humanos fue ante todo un llamado a participar en amor de la relación eterna entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo para construir con el creador una gran familia humana y un ambiente sagrado en su templo cósmico santo.

Desafortunadamente, la narrativa Bíblica no tiene una continuación feliz. Los primeros seres humanos, despreciando la relación que tenían con Dios, prefirieron acaparar ciencia y control para competir contra Él. Lo que ellos hicieron es como una plantilla sobre la cual, hasta la fecha, toda la humanidad ha moldeado su vida.  La familia humana que Dios tenía en mente y Su ambiente sagrado, propicio para nuestra comunión con Él, sufrieron un revés infortunado. Se impuso la muerte, apareció la maldición y el hombre y nuestra «casa grande» giraron hacia el juicio. Sin embargo,  Dios está empeñado en restaurar su alianza de amor con todas sus posibilidades. Él mismo tomó forma humana e introdujo en esta creación, irremediablemente comprometida por nuestra traición, una nueva creación según el modelo de Cristo. Por la fuerza sobrenatural del Espíritu Santo todos podemos ser injertados en esta nueva creación de Dios porque el pecado de la toda la humanidad ha sido perdonado. Esta es la buena noticia  de la que nos habla la Biblia y en la cual podemos creer.

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